viernes, diciembre 21, 2007

Como quiera que te sientas este dìa,

Y me senté ante la hoja en blanco, sin lentes para confundir las letras y la ortografía, como excusa para solo dedicarle espacio a mis pensamientos. Ja, pensamientos y que carajos piensa uno antes de escribir. Miles de ideas, todas cual más tonta e inconclusa. Y me provoco escribir de ti, solo para ver si los demás te arrancan un poco y me deja de arder una herida que no existe más que en esta mente que no se calla. Silencio por fin. Y con que más sigo. Contarte me tomaría tanto tiempo y me recordaría te tantas cosas que me aterra pensar que te recordaré tanto y te tendré tan calada. ¿Será posible sacarse un calado? Carajo que pregunta tan estúpida. Calado. Hondo o profundo, intenso o fuerte, doloroso o tu.

Y esto es lo que me siento a pensar. Debería dedicarme a la poesía. Tal vez la fama sería menos confusa y estaría menos confuso. No me dejas escribir. Como aquella vez que te escribí y solo me diste las gracias. Que te costaba haberme dicho, bien o mal, pero algo sobre lo que te escribí. No aprecias los sentimientos si no son los tuyos. Y yo siempre entenderé. Y la hoja esta menos en blanco, y yo estoy en blanco.

Tan solo una memoria y todas compiten por hacerse presentes. Como si me hiciera tan feliz recordarte. Y fui tan feliz y soy tan feliz contigo. No eres pero me haces feliz. Te odio felizmente y duele. Donde está el silencio y la catarsis que debería sentir. La liberación y la tranquilidad que debería tener. Y ahí vienen las copas. Qué bueno está este licor, estaría mucho mejor si no lo hubieras dejado tu en casa. Si el vaso no dijera tu nombre y la canción que escucho no te reviviera. Calla por todo el amor que tienes. No me tortures con tu ausencia. No me erices con recuerdos. No me hagas escribirte más porque me duele.

Y va ya el segundo trago, este ha estado más amargo. Me ha lastimado la garganta lacerada por mis gritos y mi llanto. ¿Y si te mando esto, lo entenderás? Tendrás la capacidad de poder ponerlo en tus palabras y sentir las mías. Podrás expresar en tu mente el sentimiento, el acento y el dolor de cada palabra tal como la escribo, casi hasta sentir lo duro o suave que golpeo cada tecla de la maquina… por amor a dios, tu también la trajiste a casa. Para que escribiera mis cuentos y nos hiciéramos ricos con todos los libros y tener así la fundación para niños que siempre has querido. Querido todos los niños menos los míos. Y peor aún. No entender a mi niño. Este que aquí, con un tercer trago seguido sin respirar deteniéndome nada más para secar las lágrimas que arden de dolor, relata sin querer desde el principio… como hablarte. Y creo que de verdad voy a enviarte esto.

No lo entenderás y pensaras que te odio, y vendrás a mi lado para decirme mil cosas, atacarme para que yo me sienta ofendido. Hacerme doler para que no te busque. Y te esperare, eso quiero, muero por qué vengas y me lo digas todo. Pero todo. No sostengas una sola palabra en tu boca, en tu lengua. No permitas que no se te revienten los ojos. Grítame hasta que te duela como a mí. Así entenderás finalmente estas palabras. Quien quita hasta me busques de nuevo, cada vez que tengas que decir lo que sientes. Sabes bien que soy quien te puede escuchar. Siempre lo has sabido y me los has repetido. Y aun así te niegas a intentarlo. Léelo varias veces para que no repares en ningún insulto. Pero eso sí. Sobre todo te recomiendo. Una vez termine todo, vendrá el silencio. El mismo que me ha llegado a mí ahora y me ha dejado con un solo sabor y un solo aroma. …

Te espero.

PD: comparte tu silencio conmigo.