domingo, marzo 23, 2008

Tres días Alone

Crujió la puerta. De ahí la inspiración. Que susto, que estupor, que miedo y que lenta recuperación ante tal inesperado sofoco. Es completamente válido dejar en claro que el personaje del que les voy a contar ahora, no se llama alone. El atrevimiento de titular en inglés surge por lo mismo que se crea el relato, la curiosidad mejor amiga de la desgracia.

Amanecía un lunes, casi tan temprano como lo había predicho el cura en la misa dominguera. El sujeto cuyo nombre desconozco estaba sentado en el sofá de la sala, en silencio y seguramente pavoneando confianza. Camisa de rayas claras y pantalón oscuro. Combinación básica, que aunque su cara no se podía ver del todo, delataba que era un hombre. Tal vez a los dos o tres segundos de haberle visto y huir rápidamente en busca de auxilio, este sujeto que apenas podía distinguir, cruzó su pierna izquierda sobre la otra; haciendo su presencia completamente segura.

Que más podía hacer sino buscar apoyo en el ser que me ofrecía la mayor confianza. Sus palabras tras mi breve relato fueron poco menos tranquilizantes que la actividad recién ocurrida: "si, efectivamente siento su presencia" ¡Por Dios, como no va a sentirla si yo lo estoy viendo! El alivio llego cuando aprendí a meterme en mi cama, cerrar los ojos, apretarlos fuerte hasta que se me acalambraran los párpados y dormir. Concluirían fácil que esto ha terminado. El sujeto sigue sentándose en la sala. Ya me ofrece un poco más de alivio saber que es el único sitio donde lo he visto. A diferencia de otros personajes que se han convertido en constante compañía o tal vez más explicita, apariciones.

El lunes en la noche, después de alimentar las aves y perros de la casa, el hombre no estaba en la sala. Tranquilidad para dormir finalmente. Claro que mi cabeza claramente dejo marcada su imagen y por más que no estuviera, yo inocentemente seguía viéndole en todas partes. Aquí es cuando me asusto y cierro la puerta de mi cuarto. Sorprendente que en mi propia casa, en la propia entrada de mi habitación, aun sienta que este sujeto está en la sala, y no solo en la sala está en la puerta de mi cuarto. Esperando que de noche abra la puerta con la luz apagada para verle la cara que nunca la he visto. Cuando los perros en mi habitación gruñen y en mi sueño los escucho el temor se intensifica por el hecho comprobado, que las mascotas también sienten su “presencia”. Aterrador, estremecedor y desesperante llegar a la madrugada del martes sintiendo que alguien se apoya en la cama o que pasa su mano sobre la espalda; cubierta con sábanas y almohadas para aumentar la protección.

Obligada siesta del martes. La noche no fue muy prolija con el cumplimiento del descanso. Encontrar la ubicación, medición y temperatura exacta en la almohada se logra pocas veces. Cuando esa perfecta combinación se tiene, se sabe que por más breve que sea el sueño, se va a descansar con todas las de la ley. Incluso en esa siesta se babea. Siento que los perros se suben a la cama, asumí que envidiaban mi comodidad. Al rato entre sueños note que lo perros no se habían acomodado a mi lado.

Un momento explico la distribución de la habitación para que comprendan la intensidad de ese instante. Es un espacio cuadrado, casi perfecto. Tiene una entrada, una pared de armarios empotrados, una pared plana, una ventana y una puerta que lleva al baño. Desde la cabecera de la cama se pueden ver ambas puertas.

Abrí los ojos, para encontrarme a oscuras. Busque con los párpados entrecerrados para mejorar la visión con el apoyo de las pestañas y vi a los perros. Pequeñas bestias miraban fijamente la puerta entre abierta del baño, con las orejas erguidas, la vista fija y todo su lomo erizado. Levante la vista y lleve mis ojos hacia la puerta. Justo esta se abrió un poco, parecía que fuera con intensión de no hacer ruido y no despertarme. Para mi asombro y simultaneo susto, entro una señora. Cara poco distinguible, cabello recogido y vestido entero blanco con algo que al parecer eran flores. Los perros empezaron a ladrar despavoridos. Con rabia miraban y ladraban a la puerta. Me tomo poco tiempo salir del empedramiento y encender la luz. Agarre a los perros y los trate de calmar metiéndoles bajo mi sabana y acariciando sus lomos. Yo con el rayo de luz había perdido la visión. Sé que traía una bolsa negra llena en sus manos; desconozco su misión. Tengo memoria vaga de haberle visto antes con características similares hace poco más de diez años.

Destinada a no poder dormir de nuevo, y aceptando que así pasarían estos días me fui por la salida más práctica. Salí solita, compre unas cuantas cervezas y en la “tranquilidad” etílica del hogar me senté en el balcón a tomar cada una despacito, escuchando buena música. De vez en cuando hablé por teléfono pero no había mucha gente con quien hablar y nadie, absolutamente nadie, podía venir hacerme compañía. Se fueron 6 cervezas y 4 idas al baño fugazmente. Cuando quise llegar a la cama ya estaba prácticamente dormida; y en mi aun conciencia estaba feliz. Dormiría y nada me iba a distraer. Esa noche de miércoles sería inolvidable.

viernes, diciembre 21, 2007

Como quiera que te sientas este dìa,

Y me senté ante la hoja en blanco, sin lentes para confundir las letras y la ortografía, como excusa para solo dedicarle espacio a mis pensamientos. Ja, pensamientos y que carajos piensa uno antes de escribir. Miles de ideas, todas cual más tonta e inconclusa. Y me provoco escribir de ti, solo para ver si los demás te arrancan un poco y me deja de arder una herida que no existe más que en esta mente que no se calla. Silencio por fin. Y con que más sigo. Contarte me tomaría tanto tiempo y me recordaría te tantas cosas que me aterra pensar que te recordaré tanto y te tendré tan calada. ¿Será posible sacarse un calado? Carajo que pregunta tan estúpida. Calado. Hondo o profundo, intenso o fuerte, doloroso o tu.

Y esto es lo que me siento a pensar. Debería dedicarme a la poesía. Tal vez la fama sería menos confusa y estaría menos confuso. No me dejas escribir. Como aquella vez que te escribí y solo me diste las gracias. Que te costaba haberme dicho, bien o mal, pero algo sobre lo que te escribí. No aprecias los sentimientos si no son los tuyos. Y yo siempre entenderé. Y la hoja esta menos en blanco, y yo estoy en blanco.

Tan solo una memoria y todas compiten por hacerse presentes. Como si me hiciera tan feliz recordarte. Y fui tan feliz y soy tan feliz contigo. No eres pero me haces feliz. Te odio felizmente y duele. Donde está el silencio y la catarsis que debería sentir. La liberación y la tranquilidad que debería tener. Y ahí vienen las copas. Qué bueno está este licor, estaría mucho mejor si no lo hubieras dejado tu en casa. Si el vaso no dijera tu nombre y la canción que escucho no te reviviera. Calla por todo el amor que tienes. No me tortures con tu ausencia. No me erices con recuerdos. No me hagas escribirte más porque me duele.

Y va ya el segundo trago, este ha estado más amargo. Me ha lastimado la garganta lacerada por mis gritos y mi llanto. ¿Y si te mando esto, lo entenderás? Tendrás la capacidad de poder ponerlo en tus palabras y sentir las mías. Podrás expresar en tu mente el sentimiento, el acento y el dolor de cada palabra tal como la escribo, casi hasta sentir lo duro o suave que golpeo cada tecla de la maquina… por amor a dios, tu también la trajiste a casa. Para que escribiera mis cuentos y nos hiciéramos ricos con todos los libros y tener así la fundación para niños que siempre has querido. Querido todos los niños menos los míos. Y peor aún. No entender a mi niño. Este que aquí, con un tercer trago seguido sin respirar deteniéndome nada más para secar las lágrimas que arden de dolor, relata sin querer desde el principio… como hablarte. Y creo que de verdad voy a enviarte esto.

No lo entenderás y pensaras que te odio, y vendrás a mi lado para decirme mil cosas, atacarme para que yo me sienta ofendido. Hacerme doler para que no te busque. Y te esperare, eso quiero, muero por qué vengas y me lo digas todo. Pero todo. No sostengas una sola palabra en tu boca, en tu lengua. No permitas que no se te revienten los ojos. Grítame hasta que te duela como a mí. Así entenderás finalmente estas palabras. Quien quita hasta me busques de nuevo, cada vez que tengas que decir lo que sientes. Sabes bien que soy quien te puede escuchar. Siempre lo has sabido y me los has repetido. Y aun así te niegas a intentarlo. Léelo varias veces para que no repares en ningún insulto. Pero eso sí. Sobre todo te recomiendo. Una vez termine todo, vendrá el silencio. El mismo que me ha llegado a mí ahora y me ha dejado con un solo sabor y un solo aroma. …

Te espero.

PD: comparte tu silencio conmigo.

domingo, octubre 07, 2007

“de lo que no podemos hablar”

Observación sobre las tendencias de la televisión colombiana con miras a la oportunidad de globalización

Desde el Y2K, con la promesa de modernidad y futurismo sugerida por los últimos 20 años del siglo XX, la televisión mundial (generalizando sobre la grandes industrias de la comunicación y los países súper-desarrollados) ha dejado de lado los paradigmas y se ha vuelto un medio de aspiración real y tendencias a parecerse más al mundo, pasando de la representación al reflejo. No estaría mal sostener que los discursos de la televisión colombiana están en el limbo de la tendencia. Importamos e imitamos los programas por rating, y dejamos de lado la creatividad. Ahora toda televisión para el entretenimiento tiene un crédito: “basado en el formato creado por…”. Las secciones de los noticieros tienen más comerciales que información y siempre hay que darle doble sentido a lo que están promoviendo. No obstante se han abierto canales para que el televidente interactúe con su canal y la ley ha sido más flexible con la programación.
La televisión colombiana, a la que en muchos casos es preferible reconocer como “chibchombiana”, que ve todo el común de la gente, enfrenta en este momento las discusiones tal vez más profundas de su discurso: ¿seremos capaces de sobrellevar y superar el arribo de nuevas tecnologías, programas y programadoras? De igual forma ¿el capital humano de nuestras cadenas y programadoras conservará su posición actual para preservar el mundo creado por Pacheco, o desertaran por una mejor oferta económica?

La pantalla chica del fútbol, política, sexo y religión, enfrentará un reto al competir con las tendencias internacionales donde se han especializado por franjas o separado por canales estos temas, en miras a la creciente segmentación y poder de decisión de los consumidores de medios modernos. No tolerará que se sigan sesgando y censurando los contenidos a beneficio de un líder de opinión, pues si la unión hace la fuerza, los líderes de opinión están en vía de extinción. Seguiremos importando programas que sostendrán los sueldos básicos de nuestras propias creaciones audiovisuales en canales independientes. La televisión colombiana volverá a las raíces y se asemejara a la televisión brasilera, donde se exporta producto propio y se produce y comercializa producto propio, lo de afuera se las arreglan con la ley para estar presente, pero el colombiano defenderá su “televisora”.

Los canales regionales reclamarán su derecho a pertenecer y representar sus lugares, labor que tomará tiempo pues, por más morbo cultivado por los realities, nuestra gente aun no está preparada para verse reflejada tal cual su cultura, ejemplo puntual Telecaribe. Siendo la globalización paradójicamente el triunfo de la especialización de la industria con la audiencia, nos espera una parrilla de 14 canales dedicados a representar y reflejar cada uno de los aspectos de nuestra colombianidad y en la espero que finalmente creen un solo canal dedicado al fútbol.
Por otra parte, desde un punto de vista social, muchas organizaciones civiles estiman que una oferta televisiva diversificada garantizará mejor la participación social que la actual representatividad política. Se permite también la creación de canales comunitarios sin fines de lucro en manos de municipios, universidades o agrupaciones comunitarias. Colombia presenta una gran diversidad en la propiedad y tamaño de los canales de TV; sin embargo los próximos años serán decisivos para evaluar la capacidad económica de país para sustentar esa enorme oferta.

Debemos apuntar a una televisión que con todas las estimaciones de respeto pueda decir y mostrar lo necesario para terminar un discurso con conclusiones sin controversia, permitiendo la libertad de contenidos, argumentos y decisión y así cumplir el propósito de medio de comunicación. Como en Estados Unidos, donde es la audiencia quien decide que ve, cuando lo ve y como lo ve. Dejando de ser una masa alienante para ser un individuo cuyo medio de comunicación le ofrece oportunidades.

Octubre


Ayer recorría el rio magdalena. Experiencia sorprendente, enriquecedora y tranquilizante. No obstante la experiencia se quedo corta... Tenemos tantas ideas del rio en la cabeza que la grandeza de este pretende borrarlas y crearlas nuevas, pero aun así nadie se cree lo que ve. Y creer lo que uno ve, pasando primero por lo que ya ha visto, no niega la posibilidad de seguir aprendiendo. Y con un paseo tan sencillo y básico entendí que la memoria solo sirve para reconocerse a sí mismo, pero no para terminar de conocerse. El rio es así. Se sabe a si con la grandeza que puede poseer una fuente de agua aparente infinita, y aun así se queda pasmado tras el paso de unos viles seres que se han dedicado a abusar de su grandeza. ¿Qué puede entonces hacernos a nosotros igual de grandes?

Hemos dedicado la vida a tomar de los otros. En eso concentramos nuestro conocimiento, nuestro aprender. No nos cansamos de citar a los demás, pues nos auto convencemos de que "todo ya está escrito" y que "no podemos tapar el sol con una mano". Para no obviar la tradición, Krishnamurti la tenía clara. Aprender es constante y el "saber" es del pasado. Nunca sabremos todo porque todo todos los días es diferente. Las personas buscamos la tranquilidad en la tranquilidad del ayer, evocado "aquel día", "aquella fecha", "aquel amigo"... cada cuanto nos proponemos "un nuevo día", "una nueva fecha”, "un nuevo amigo". Estas teorías de felicidad buscada y de grandeza espiritual se las dejamos a las películas de Disney y Robín Williams.

Los días pasan, las cosas se graban o se olvidan entre el ROM y la RAM de nuestras memorias. En este ejercicio nos la pasamos todos los días. Alguna vez una psico me decía que hondar en la búsqueda de la memoria para recordar momentos es porque existe una carencia de control. Por el contrario a mi me parece delicioso pelear con mi cerebro hasta encontrar es primera memoria, hacer el ejercicio de lo aprendido, y confieso ha sido buenísimo, pues el ejercicio mental me ha llevado a tener una memoria presente increíble, que hasta a veces me sorprendo de las cosas que recuerdo, y hasta me digo... eso lo he debido olvidar. Adrede o no, nuestras memorias están. Pero no son motivo para juzgar hacia adelante. En ese aspecto los computadores son más inteligentes. Cuando los apagas se les borra la RAM y se quedan con lo verdaderamente importante y lo que les da para hacer el siguiente paso (ejecutar el próximo comando).

Creo que ejemplo más claro es cuando no paramos en el borde de un edificio muy alto por primera. Lo que nos aleja no es el temor propio al edificio alto y a la vista al infinito, es lo que nos han metido en la cabeza que la altura puede hacer. Y nadie se asoma sin miedo. No confiamos en nosotros sino en el concepto del otro. Y así vivimos. De conceptos. De memorias y citas ajenas. Entonces como nos podemos conocer, como podemos seguir sabiendo y no quedarnos en el sé. ¿Cómo podemos contemplar la grandeza de un rio no por lo que hago en él, sino por lo que él hace por mí?

lunes, julio 31, 2006

temores

Quisiera escribir mas seguido para sentir que pienso menos, para sentir que ocupo menos memoria y para tener la seguridad que no me las trago sola. Y alimentando a diario mis intenciones de escribir he descubierto que gano mas tiempo en todo lo que hago y lo que hago me permite observar cosas que escribo y entender que este mundo es mi mundo. Que mis relaciones no son casuales y mucho menos la gente que me conoce. Entonces he ahí la cuestión, quien realmente me conocer y por que creo que al escribirlo me conocerán. Creo que lo que de uno se conoce, es porque se permite. De lo contrario ni siquiera no conoceríamos a nosotros mismos. Somos los directores de una grande producción. Y como tal la dirigimos y la tenemos que ver y los actores no siempre están de nuestra parte, pero eso es todo lo que se puede hacer. Y nos damos a conocer más o menos dependiendo de lo muy buenas o malas que puedan resultar nuestras escenas. Y en ellas mostramos nuestras alegrías, anhelos, mitos, pero jamás nuestros temores, porque es lo único que nos permite ser únicos. Todo se convierte en ser únicos. Y cuando escribo quiero ser la única. Quiero que mis pensamientos sean especiales y quiero que cuando demuestre mis temores, no sean iguales o levemente parecidos a los de los demás. Por eso aquí solo se escribirá sobre temores.

Mi historia de CORTOMETRAJE

“Hay mucha diferencia entre tu y todo aquello que nos separa”... Joder que pensamiento mas posmodernista, que cómico era una de esas tantas líneas, las cuales Víctor solía leer en los anuncios publicitarios (graffiti) en las paredillas del pueblo mientras salía de éste, camino a la gran ciudad en busca de un productivo futuro, diferente a las perdidas esperanzas que le ofrecía un vil comercio dedicado a la explotación de madera y a la protección de subversivos, versus una ciudad donde día a día crecía el numero de inmigrantes y las oportunidades de trabajo. Ese día en que Víctor decidió dejar el pueblo, logró dejar de lado todo lo vivido ahí, el abuso, el suicidio, la desidia, y quien quita, quizás hasta olvide aquella novia que le dejó por un citadino que sólo sirvió para dejarle preñada y sin futuro. Víctor, a diferencia de muchos de sus compañeros y amigos, conocería la cuidad y estaba decidido a triunfar en ella. En parte por ir en contra de su padre quien siempre le trato de fracasado y cuyo recuerdo al morir no era el más agradable; también porque con su mentalidad y forma de vivir, no lograría salir de la boca de todos los estúpidos conservadores locales, que suelen habitar pueblos pequeños. Víctor salio de su tormento y llego a casa, a su nueva esperanza, después de ocho horas, tres paradas y una meada.

El viejo era un tipo respetable, se había dedicado a llevar una buena vida a lo largo de lo que podían ser 60 años, o por lo menos la vida que todos conocíamos. La de profesor de universidad, en la cátedra de letras, coleccionista de estampillas y sobretodo sus interminables críticas a las teorías existencialistas de Kafka. El viejo era un tipo que había vivido la vida, diferente de lo que muchos llegaron a comprender de él, su carácter le permitió hacer todo aquello que él podía, quería y sobretodo, deseaba. Desde la primera vez que lo experimento sabia que todas las mujeres eran las culpables de la intranquilidad de su ser. El viejo, tenia claro que las mujeres eran diferentes a los hombres; pero no necesariamente diferentes a él, conocía sus físicos, sus olores, sus intereses, sentidos, gustos, partes, colores y sobretodo conocía su sangre y la satisfacción que ésta le proporcionaba las contadas veces que le había tocado la piel y los labios luego de salpicarse tras una cortada profunda en uno de sus pechos, o quizás después de limpiarla con su boca cada vez que dejaba una estampilla dentro de su lacerada garganta. Ese era el viejo un tipo complejo, que había dedicado su vida a su mujer, mientras la cachoneaba con cuerpos que mataba antes de fornicar.

Que millón de avisos publicitarios diferentes veía Víctor en la nueva ciudad. Ataques políticos, invitaciones culturales y lo que mas le llamo la atención, un curso de corte para carniceros con trabajo seguro una vez finalizado. No esperó un segundo más, cuando se encontraba escuchando música clásica y cortando lomo de res con corte vertical para un exigente restaurante de la ciudad. De corte en corte, Víctor aprendió a interpretar a la gente de acuerdo a como pedía la carne. Cada corte, cada tamaño, cada solicitud significaba una persona diferente, una intención definida e incluso, una malicia tras la carne. Sabía que la carne más gruesa con el corte poco fino y los nervios secos era para las tiendas donde a nadie le importa lo que come solo como llena. Ese era el corte favorito de Víctor. Sabía perfectamente que cuando triunfara ese era el corte que menos iba a pedir. El que más iba a odiar y el que dejaría de recuerdo en su casa.

Víctor salía todas las noches, a eso de las seis, justo cuando terminaba de esconderse en los horizontes los rayos de un sol de verano que se negaba al encierro. Igual que él, salía a la luz de la luna un cazador de ideas, sediento de conocimiento pero hambriento de triunfo. Una noche de cortes gruesos, Víctor dejo su trabajo decepcionado. No había nadie a quien envidiar, no había recibido la suficiente propina para beber y no había cenado nada. Caminando sobre el callejón de las flores, Víctor vio en una banca a un viejo. Este sostenía pequeñitos pedazos de papel. Víctor paso a su lado, justo cuando una leve brisa hizo volar uno de los papelitos. Víctor lo tomo en su mano vio que era, leyó fecha y valor y la devolvió. Asombrado por el costo de una ridícula estampilla Víctor siguió su camino. Desde entonces, Víctor y el viejo se encontraban a menudo en el parque. Inconscientes de la existencia del otro y sin saber que los ataba mucho más que un casual encuentro, pasaron los días.

El viejo dejo de aparecer una noche. A Víctor le sorprendió. Contados eran los días en los que el viejo no cumplía su cita con la banca. Esas noches, Víctor se sentaba en ella.

A principios de otoño, apareció en la carnicería una mujer, despampanante, que nublo la mirada de Víctor mientras recorría los tres metros de mostrador y justo se detuvo en frente de este joven, de buen cuerpo, bien parecido y con un leve aire de educación. Víctor trago fuerte la saliva, limpió su rostro con el delantal, que ya estaba bastante sucio y se acercó a ella. Bibiana, también se sonrojó. Ella pidió un lomo de res con corte sesgado, medio centímetro de grosor y sin ningún rastro de grasa. Víctor solo pudo permanecer en silencio. Había encontrado finalmente a una persona que pidiese un corte perfecto. Bibiana había encontrado mucho más que eso.

Víctor ese mismo día, olvido por completo que el viejo, según sus cuentas estaría en la banca. Llegó a ella, se sentó y el viejo también. Ambos admiraban sus propias vidas. Hasta que Víctor rompió el silencio, dada su nueva condición. Le dijo al viejo con un tono poético y una mirada perdida, si alguna vez había estado enamorado. El viejo, lo miró, sonrió y no contestó. Así pasaron la noche ambos en esa banca en silencio, satisfechos con lo poco que habían logrado durante ese día sin cruzar sus miradas, sin sentir frío. Parecía que ambos estuvieran totalmente solos. Cuando el viejo se levanto, miró a Víctor y sólo dijo, que si y que aun lo estaba aunque su respuesta fue tardía Víctor igual la ignoró.

Desde aquella noche en que Víctor cruzo por primera vez su mirada con la del viejo, las muertes violentas de índole sexual aumentaron considerablemente en ese pequeño barrio medio. Sin saberlo había una extraña relación entre la ausencia del viejo, las muertes violentas y el enamoramiento de Víctor. Por Dios, si ninguno se daba cuenta de la existencia del otro. Siguieron los encuentros en la banca, la compra de carne delgada y los nervios de este incipiente carnicero por invitar a salir a su nuevo amor platónico. Bibiana, por el contrario visitaba a Víctor insistentemente, constantemente, hasta el punto que ya la carne roja le debería estar haciendo daño. Finalmente, gracias a un encuentro fortuito, mientras Víctor cerraba la carnicería y Bibiana casualmente pasaba por ahí, en el callejón de las flores, lograron concretar una cita. Se verían justo ahí, en la banca que Víctor le había señalado, un jueves en la noche, jueves de luna llena, brisa suave, luces navideñas y la ausencia, contabilizada por Víctor del dichoso viejo.

Error de cálculos gracias a su estado platónico, cuando Víctor llego a la banca y ahí se encontraba del viejo. Dudo un instante en sentarse, antes de tomar la decisión de acercarse a él y contarle lo que pronto iba a suceder y solicitarle, en contra de lo acostumbrado que el viejo dejase la banca para tener todo listo para la conquista.

El viejo, solo le miró. Y le hizo un comentario antes de levantarse, “error haberme preguntado si yo estaba enamorado”. Víctor no lo entendió pero pronto lo comprendería. Bibiana llego justo a la hora indicada, cinco minutos antes para darle crédito, demostrando a fondo su ansiedad y con su faldita, el deseo incontenible de no sacar a Víctor de su cama esa noche. Por el contrario Víctor pretendía tenerla en la banca mucho tiempo, muchas horas sólo para superar el temor de finalmente encontrarse con ella a solas, sin carne.

Era aun temprano para que Doña Tulia estuviera despierta. Ella sabia que su esposo no llegaría antes de las once, pues hasta esa hora permitían los cerros ver la luna y ella entendía lo mucho que él se apasionaba por tan elegante astro nocturno. Esta vez, el viejo llego antes de lo normal y Doña Tulia sorprendida cumplió con la rutina, tal como si nada hubiera pasado. El viejo no se comió ni la fruta ni se tomo el agua. Cuando se acercaban las once, solo dijo que debía salir a una tertulia de última hora con sus amigos de la facultad, cuestión bastante normal ante los oídos de Tulia, por lo cual ella solo recogió su tejido, se colocó la pijama y subió a su habitación a dormir.

El bar estaba apenas medio lleno cuando arribó el viejo. Faltaba poco más de 10 minutos para las 11 de la noche. Extrañamente escogió uno bastante alejado de su hogar. Entró, y con facilidad y gracias a su astuta labia y elegante vestir, no demoró en tener en sus brazos a una mulatita, de tan solo 21 años que apenas conocía la ciudad pero que como todo aquel que apenas estrena la adultez, estaba ansiosa de un poco de riesgo y por que no, de levantarse a un viejo que le hiciera mas fácil su estancia, y sobretodo uno como este, que le había prometido, jurado y elevado a los niveles en esos en que las mujeres suelen caer.

El Rubí, lugar de encuentro de enamorados desprevenidos y en muchos casos desaforados, alcohólicos o andantes solitarios; fue el lugar de encuentro para estos dos nuevos amantes. Como siempre, la dulzura de la edad permitió que todo ocurriera cariñosamente. Ropas aquí, ropas allá, lo normal eso de siempre. Ambos estaban de acuerdo, habían aceptado que esa noche, seria su noche. Apasionadamente, él se posó sobre ella, con cuidado, mirándola a los ojos, sosteniendo sus dos brazos sobre su cabeza con una sola mano. Él se acercó a ella, le habló al oído, eres virgen, preguntó, la respuesta fue un si… un silencioso, pasional y excitado si. Él solo levantó su mano derecha y sin titubear, rasgó su pecho con una navaja swiss army, de cuando estuvo en el ejercito. Ella no alcanzó a darse cuenta, cuando estaba desangrándose. Luego, el siguió haciendo cortes, como si estuviera dándole forma a un pedazo de carne, hasta que ella dejo de respirar. La joven con los ojos aun abiertos, recién fallecida, fue violada por un viejo enceguecido por los celos.

Tras dos horas de silencios, dolores de espalda, miradas pasionales y mínimas caricias en las manos, Víctor y Bibiana habían decidido iniciar una relación, que seria secreta para los demás, pero que la pasión del secreto alimentaría de ardor ese incipiente encuentro nocturno entre dos amantes que se negaban reconocer la carne. Víctor llegaba al trabajo sin pensar en los cortes, en la sangre o la propina. Solo veía el reloj para prepararse a su próximo encuentro con su nuevo amor. Claro que el sitio de reunión tuvo que cambiar porque se adentraba uno de los más fríos inviernos. Por primera, vez Víctor llevaría su novia a su sencilla casa. Un lecho, una mesita de noche y una maleta que aun se negaba a ser desecha. Ahí eran los encuentros inocentes de Víctor y Bibiana. Ella buscando la forma de acercarse a él y él encontrando excusas para no acercarse demasiado. Hablaban de sus sueños, sus metas, pero sobretodo de cómo Víctor había logrado salir de pueblo y como le fue posible huir de esas señales pueblerinas.

La complejidad de sus actos, asechaban al viejo. Ya sentía que su motivación perdía rumbo cuando dejo de ver a Víctor. Sabía que la inocencia le seria robada por el engendro más grande, que a los ojos de viejo era más que una vil competencia y que ante los ojos de Víctor era el significado de la lujuria más pura.

Los encuentros fortuitos en la banca cesaron por algún tiempo. El viejo, como hombre de hogar, se dedicó a sus plantas, a sus libros y a satisfacer de vez en cuando los deseos de Doña Tulia, la cual resignada a la edad quedaba satisfecha por lo que ella creía, los vicios de la vejez, y los diez minutos que el viejo decía poder dedicarle. De las tantas noches, de encuentros cortos y miradas jadeantes, el viejo le reclamo a Doña Tulia el estar tan arrugada, tan agotada, y sobre todo, el permanecer viva. La Doña, no tenía más opción que entenderle y aceptarle.

Bibiana, insistente, una final noche, decidió, por cosas de su propio e inventado destino quedarse en casa de Víctor. Él aun indeciso, no tuvo más opción que aceptar y dormir en el piso. La mujer, ardiente, caliente, efervescente, noctámbula y levemente somnolienta aceptó la condición de mantener distancia, solo si Víctor le permitía dormir en su lecho. Lecho que esperaba pronto ver mucho más que las babas jetales.

Un día cualquiera, como los que pasaron ese invierno obligaron al viejo a salir en busca de carne. O sorpresa la suya cuando al pedir corte sesgado y fino, el carnicero, ahora ascendido, era Víctor. Ambos sonrieron ante el circunstancial encuentro, Víctor le miró e ignoró, por lo tanto el viejo tuvo que salir rápido en busca de satisfacción carnal en los brazos de una joven. Esta vez, por destino, aunque se puede creer por desdichas del mismo, la joven insatisfecha y borracha dio a los brazos de un viejo sediento de venganza.

Llego la primavera, y nadie notó como se extrañaba el buen semblante de un joven pajizo como lo solían llamar sus camaradas. Víctor era otro, una vez más solitario, esparcido y perdido. Consolado con las noches de luna llena y las apariciones poco frecuentes en la banca. El viejo siempre asistía, solo que Víctor no le quería ver.

POESIA 101 Total mi autoria

I.

Mis manos han manifestado descontento

Por miles de detalles que no tienen

Por ausencia de tu olor y sobretodo

Por lo que extrañan de tu piel

Aunque trate de entretenerlas en otra cosa

Cada otra cosa te recuerda a ti

Donde apunten, miren o toquen

Tu presencia ha estado presente

Semejante complejidad describen al dibujarte de memoria

Intentando reconocerte cuando vuelvas

Apresurándose a estar calmadas con tu contacto

Aun así mis manos han manifestado descontento

Por tenerte tan cerca y poder admirarte

Por querer escribir en tu piel aunque te hayas ido.

II.

El sentimiento es completamente increíble

No hay una sola parte de él que no lo haga indeseable.

Latidos sub nocturnos que brotan al pensar en el insaciable estadio de la mente

Permanentes intentos de supervivencia para un alma puril.

El sentimiento es auténticamente indescriptible

Existiendo solo en las zonas que lo mantienen

Deseables latidos descubiertos ahora

Con los tentáculos del alma

Prodigiosa esfera creada

De la nada a la totalidad

Perplejidad al solo poder tocarte con aire

Cual maldición que me haya dejado sin olfato

Manipulando nociones

Para hacer de sus principios objetivos

El sentimiento sigue siendo inexplorado

Conocido solo por los ases de tus prismas

Radiantes, monocromáticos, Atónitos.


III.

Como quisiera poder soportarme como habito para que no falle en la costumbre del sentimiento invasor, parásito, vida que sin tapujos tu alma ha convertido.

IV.

Cuantos silencios han de ser necesarios

Para poder decirte cada una de las palabras que siento

Cuantas miradas entrelazadas de ironía

Podrás entender para no confundirte cuando contestas

Tan solo soporto el tiempo

Por que suele pasar más rápido

Y eterno a tu lado

Por que de lo contrario ya hubiera terminado

Con el tiempo.

V.

Que será de mí

Si la vida

Se hace silencio

Si los ruidos

Fraternales

No existieran

La noche no iluminara

Casi el día

Estaría ausente

En los ruidos

Ajenos?

Capas sería

Acaso

De interrumpirlos?

O será que

Esta alucinación

En silencio

Esta cobrando su

Desperdiciada inversión?


VI.

No te buscaba

Aun así llegaste sin esperarte, sin amarte

Entre palabras, risas y pesares.

Y así no te buscaba,

Solo en los instantes celebres

En los momento furtivos

En los espacios compartidos

En amaneceres exquisitos

En lujosos soles

En exóticas lunas

Aun de esta forma no te buscaba

Ni quería verte;

Solo tocarte, olerte, sentirte cerca

Respirar, latir, palpitar y

No te buscaba

Apareciste

Como las sorpresas que se necesitan

En un de vez en cuando

Que se hizo continuo

Y se logro permanente.

No te buscaba para momentos de gloria,

Etéreos o inútiles.

En las plenitudes de los ojos

En los contactos escasos

Y en silencios casi eróticos

Y nunca tuve que buscarte

Aquí estas.


VII.

No hay definición para la realidad, diferente a aquella que ya nosotros creemos. No hay una realidad concreta sino realidades. No hay un punto de vista hay mundos.

Probar que la vida cotidiana de un genio, su sueño, su digestión, sus éxtasis, sus uñas, sus resfriados, su sangre, su vida y su muerte, son esencialmente diferentes a las del resto de la humanidad

¿Quién te crees?

VIII.

A mi lado

Aunque tan lejos

En una dimensión más allá

De mis capacidades

Pero tan próxima a mi entendimiento

Permaneces atenta a mis hechos

Y precavida a mis inseguridades

Te veo tranquila,

A veces somnolienta

E incluso aburrida

Pero presente

Instante a instante en mis sueños

Mis realidades, mis roces

Y me miras

Para calmar mis ansias tenues

Incipientes.

Me tocas para sosegar

Mi espíritu y mantenerlo todo

Unido al tuyo

En lo etéreo e infinito

En la emancipación de mi alma

En la mezcla perfecta de ésta

Con la tuya.


IX.

Te vas

Y te llevas mis ausencias restringidas

Mis dolores abiertos por tu aroma

Mis sentidos en liberación de tu esencia.

Te vas

Con la más solemne calma

Como un desterrado,

Complacido.

Te vas

Ausente de tu ser sin pensar en el mío.

Te vas

Donde de querer

Podría alcanzarte

Mas mi dolor todavía

Me tiene vagabunda

Te vas

De mí con previo aviso

Y mucha notificación,

Aun así no me he dado por enterada.

Te vas

Y quiero que lo hagas.

De mi todo lo tienes y tendrás

Pues no hay nadie quien reciba

Lo que tú ya has usado.

Te vas

Y así lo permito

Para que de tu libertad

Se alimente mi espíritu

Y de tu soledad se llene

Todo mi espacio.


X.

Saberte despierta y tormentosa,

Ha atrapado la necesidad de verte.

Aun cuando pérdidas,

Sólo ha traído tu recuerdo.

Atractivos sentimientos

Cautivados por tu olvido.

De tenerte y no tenerte

Moribunda, taciturna, alarmante.

En espera misteriosa,

Bajo tenacidades, oculta.

Disfruto mirar de cerca tu locura

Y palpitar al agitar descontrolado de tus látigos.

Has hecho tuyas las lágrimas ajenas

Atraídas por el desierto desolado de unos ojos solitarios.

Esperas sospechosa

La llegada de tu alivio.

Susurro de instantes

Batallados de memorias.

Ausente la esperanza de la luz que comprendes,

Solo llegará cuando abras.

Cerraduras competentes,

Por descuido desgraciadas,

Que memorizan sin alterar tu sentido

Para hacerte recordar, insensata,

La timidez del primer tiempo.

Hasta entonces permití

Tú complaciente tortura.

Cambiando la aterrada condena de un ser sumiso,

Sopeso de tu engaño.

Desde entonces te conocí convaleciente,

Oculta, tras paredes movedizas,

Que sin cesar agitaban el filo de tus pestañas.

Alivio rotundo al partir de tu costado.

Saltando doloroso el primer camino,

Oscuro, cobarde donde me sostenías

Restringiendo albedrío con sangre.

Salí al respiro de mi alma.

Lejana te vez cuando aun me dueles.

Sostuviste en tus manos el almíbar de mi puerta.

Irrumpiste egoísta mi fidelidad con tus uniones extravagantes de sonidos.


XI.

Puedo empezar a escribirte

Con tanto frío esta noche.

Tú te vas borrando con cada palabra

Que dejo descrita.

Como contarme que te has ido

Sin sentir dolor de mis palabras

Y si tenerme miedo.

Aunque tu ausencia sea pasajera,

Sabes bien que prometí encontrarte,

Como haces para que me duela.

Se han reventado las cañerías de tus ojos

Con el pasar de mis manos manchadas por tu piel.

Mis vidrios ya no te reflejan,

No te ven.

Compartimos tantos pesares y tantas dichas,

Que mejor dejarlas calladas para evitar revivirlas.

Quiero revivirte a ti.

Quiero forzar las palabras hasta hallar tu oído.

Y dueles en el pelo,

Dueles en la felicidad,

Dueles en el alma,

Dueles en mí,

Me estallas

Y no te das cuenta.

No quiero recordarte jamás,

No quiero morir tan seguido.

Me estoy cansando de revivir cada uno de tus pasos

Y no darme cuenta que ya te has ido.

Te encuentro escasamente

En los lugares que dijiste dejarías.

Que mentiras me has hecho conservar

Si en ninguno de esos sitios estas ahora.

Te ahogaste con mi llanto

En la profundidad de una madre egoísta

Que te ha hecho volver a ella

Sin dejarme un poco de tu ceniza.

Me llenas de ira con tu huida, cobarde.

Me dejaste en lo más alto para que cayese.

Acaso no pensaste en mí cuando decidiste irte.

Me cortaste el aire sin avisarme,

Y aunque me trates de convencer que lo hacías,

fue un engaño te me fuiste.

Me dolerás cada día como la rabia de una impotencia que no merezco.


XII.

Sonríes

Y me divierto.

Sabiéndote inocente, te sonrojas, me sonrojo

Evito verte de nuevo

Por que se que sonreirás

Y se hará eterno este

Rojo de mi piel ante

La luz de tu boca,

Que inocente me esta hablando

A la vez que me hechiza.

No eras inocente

Antes cuando era yo

Quien trataba de sonreírte

Cuando tus líneas aun provocaban daño

Cuando tus palabras estaban

Vacías de merito.

Has levantado tu voz

Con tanta dulzura

Que pensé esquivar

Tu palabras pero su

Sonoridad ha sido profunda

Tanto que me han

Ahuyentado el alma


XIII.

Cuantas veces toque tu esplendor

Tanto como lo sentía antes

De sentir.

Como presentir la ansiedad de lo deseado

Brillaba desde lejos la fortaleza de tu ser.

Distante calor que ahogaba

Mi cuerpo, engordaba el aire

Cuchillaba mi pecho, temblaba.

Frió de tu ausencia

Satisfecho por tan solo el roce

Negado insaciable

Tantas veces fueron

Me cuesta, como latigarme con

Solo pensarlo,

Como romperme en calor

Con la víspera de tu encuentro.

Como ser y no ser

Como una perforación a quemarropa

Calentaste la profundidad

Hasta volverla infinita

Hasta que el brillo dolía

Hasta que moría de nuevo

Dejaste en mí la marca de tu locura

Rayaste hasta mi alma

Hiciste notorio el llanto

Doloroso aceptarlo

Obligaste a olvidarme de mi

Y no es engaño

Que aunque quiera partir

No puedo moverme

Ya todo lo has deshecho

Ya nada me ha quedado

Que hermosa destrucción

Que sublime forma de partir.


XIV.

Desde que te conocí

Cambió el ritmo de mi danza

El color frívolo de mi carne

Se torno radiante con tu mirada

La cruel sonrisa

De los llantos contenidos

Se ha transformado en la estéticas felicidades consumidas

Llegaste para arrastrarme fuera de mi

Y reclamarme ajena

Tomaste y araste terrenos explorados sin éxito.

Para izar tu bandera haciendo de mis heridas tu territorio

Susurras los que sientes

Cada vez que pasas

Para llamar mi distraída atención

Perdida en tu belleza

Dañaste mi sentido común con tu sentirte permanente

Ha pasado el tiempo

Penante de tu presencia

Tanta felicidad no es cierta mientras sigas

Atracando en momentos inoportunos.

Te buscas como conocerme sin tenerme presente, reconociendo

Señales que ni o había descubierto.

Has hecho que el tiempo pase

Para extrañarte con la arritmia de mi palpitar

Desnaturalizado, estresando las paredes con tus palmas.

Todo esta marcado por ti para permanecer tuyo

Cuanto odio tener que aceptar sin negarme

A los tan deseado y extrañado.

Soy perpetua parte de ti en la ausencia de mi propia alma.

xv.

tengo tu presencia en un estado permanente

acosador e irresistible, perturbante, alusinante y alusivo a mi.

Soporte el estado inherente de no tenerte

Aunque me cueste muchisimo digerir el olor amargo de tu ausecia.

Has tenido mi proximidad en el filo de tu cuerpo

Y no lo has hecho memoria ni seguido mucho menos cromprensible.

Moriste con la simplicidad de tus lineas

Aunque sostienes ardiente la tranquilidad de mis llantos